lunes, 20 de enero de 2014

Manderley. La Casa Que Nunca Existió.

La Arquitectura En El Cine

Manderley, la casa que nunca existió





Anoche soñé que volvía a Manderley.
Me encontraba ante la verja pero no podía entrar porque el camino estaba cerrado. Entonces como todos los que sueñan me sentí poseída en un poder sobrenatural y atravesé, como un espíritu, la barrera que se alzaba ante mí...

Con estas palabras empieza una de las películas más famosas de la historia del cine.



Con la suave voz de una joven Joan Fontaine y con el acertado fondo de la elegante y sutil música del compositor alemán Franz Waxman.
Uno de tantos artistas centro europeos, que huyendo de la represión nazcontribuyeron de manera decisiva a llenar de talento la industria de Hollywood allá por los años 30 del pasado siglo.

Ambas cosas servían de acompañamiento a la presentación de uno de los protagonistas indiscutibles de esta película. Manderley.

Manderley era una casa.

Al menos eso nos hicieron creer, porque Manderley nunca existió.



El responsable de que todos creamos en este espejismo fue el señor Albert Simpson, un especialista en efectos visuales, que quizás sin ser consciente creo, a partir de una ilusión, uno de los iconos arquitectónicos más deseados y admirados del cine.

Simpson sabía muy bien lo que hacía, ya había puesto fondo nada menos que a la primera película en color del cine, Lo que el viento se llevó, y sus diseños acompañaron  la historia épica de Escarlata O’Hara. 
Incluida la famosa escena del juramento.

Albert Maxwel Simpson, diseñador de telones para varietés, un artista con el talento suficiente para unir a la perfección la realidad y la ficción, se trasformó fugazmente en arquitecto y fue capaz de hacernos creer que Manderley realmente existió.

También ayudó en algo el director de fotografía George Barnes que recibió un óscar por su trabajo en esta película.


¿Qué es realmente Manderley?




Manderley es una ilusión hecha de cartón y madera.

Un actor más de la película, que compite en protagonismo con todos los demás. Está presente en la trama y forma parte indisoluble de ella.
Un personaje silencioso, lo cual no le impide  transmitir una valiosa información. En realidad es la representación de una forma de vida y de una sociedad que ya en aquellos tiempos empezaba a cambiar.

Pero para hablar de esta ficción hay que descubrir quien creo realmente a Manderley.


La película Rebeca está basada en una novela del mismo título de una escritora inglesa de folletines novelados de la primera mitad del siglo XX, Daphne du Maurier.
Las novelas de esta autora han formado parte de la biblioteca de cualquier jovencita de clase media de toda una época.
Tiene los ingredientes necesarios de toda buena historia para encandilar a sus lectores, incluida cierta tendencia romántica de los cuentos de hadas.
No es difícil encontrar referencias muy directas al clásico cuento de hadas folclórico La Cenicienta, recreado por los hermanos Grimm.


PORTADA 1ª EDICION DE 1.938



Rebeca está considerada un clásico de este género. Una unión acertada entre la novela intimista, el drama psicológico y la intriga.

Es posible que estos dos últimos aspectos interesaran realmente a Hitchcock que adapto la novela de forma muy rigurosa, es un fiel reflejo de la historia.
La relación del cineasta y la escritora fue más allá de esta película. Muchos de sus relatos sirvieron de inspiración a  Hitchcock en otras películas como Los Pájaros y La ventana Indiscreta.

Sin embargo los que hayáis tenido la oportunidad de leerla, resulta paradójico que la autora, aun perteneciendo a un elitista grupo social acomodado, hace unas referencias constantes a la multitud de prejuicios existentes entre dos clases sociales bien diferenciadas, fundamentalmente separadas por el dinero y la educación.

La protagonista es una mujer joven perteneciente a una anodina familia de clase media inglesa, hasta el punto de que la inteligente autora ni siquiera le pone nombre, es simplemente la segunda señora de Winter, a pesar de ser ella quien nos cuenta la historia.

Esta insignificante mujer accede por pura casualidad al mundo privilegiado de la aristocracia del momento. 
Es sin duda el ingrediente romántico llevado al extremo. El triunfo del amor ante la lógica y los convencionalismos sociales.


RETRATO DE DAPHNE DU MAURIER EN SU JUVENTUD

A partir de este comienzo el hilo narrativo de la novela establece continuas comparaciones con la forma de vida de los distintos personajes y su entorno social. No es difícil percibir que nuestra autora tiene una opinión personal poco favorable hacia los privilegios de cuna.
De alguna manera Rebeca es una obra literaria que reivindica la consolidación de una nueva clase social.

Un aspecto que no pasa desapercibido en la película. El inteligente director saco mucho partido al terrible carácter de su actor protagonista Laurence Olivier, que durante el rodaje fue capaz de atormentar realmente a la joven Joan Fontaine.





El señor Maximiliam de Winter vivía en Manderley.

Manderley es una casa solariega de estilo Old English, posiblemente localizada en la costa de Cornualles, aunque no se aclara en ningún momento.

Aunque Manderley solo existió en la imaginación de Daphne du Maurier, las exactas descripciones que se hacen en la novela hacen pensar que la autora se inspiró en algunas casas que conoció bien en su infancia.

Milton Hall, un caserón de finales del siglo XVI, situado en Peterboroughperteneciente a la familia Fitzwilliam
Se sabe con seguridad por la correspondencia entre la autora y el décimo conde de esta dinastía, donde reconoce que aquella vieja mansión le sirvió de inspiración para Manderley.

IMAGEN DE MILTON HALL EN 1.920



Y quizás también su propia casa, Menabilly. Una hacienda que alquilo en estado ruinoso a la familia Rashleighen en la costa de Cornualles y que habitó hasta 1.969 después de restaurarla.

MENABILLY CON SUS HABITANTES. DAPHNE DU MAURIER, SUS HIJOS Y SU TECKEL

En definitiva Manderley representa la vieja y decadente sociedad tradicional inglesa.
La oligarquía terrateniente vinculada al poder político y económico durante siglos, que ya en aquella época recibió el primer embiste durante la Primera Gran Guerra y que terminó de sucumbir con la II Guerra Mundial, con la desaparición de las estructuras socioeconómicas que la mantenían.

La autora era perfectamente consciente de este profundo cambio social, y su propia novela es la reivindicación de que una nueva forma de ver el mundo ya había triunfado.


Manderley desaparece para siempre y con ella todo el entramado social que la hizo posible, incluido el ambiguo personaje del ama de llaves. La señora Danvers.





El Manderley de Hitchcock no tiene una arquitectura definida se trata de una serie de decorados de un controvertido estilo gótico-tudor. 
Un verdadero estereotipo historicista que representa, no con demasiada fortuna, a la arquitectura de aquella vieja elitista sociedad inglesa, que desde luego en la realidad supo rodearse de unas magníficas construcciones.

Pero Rebeca no se rodó en Inglaterra, sino en California, muchos de los exteriores se localizan en el paraje denominado Point Lobos, cerca de Monterrey.

De todo este proceso definido muy hábilmente por François Truffaut como estilización americana, fue de alguna manera responsable el escritor de teatro estadounidense Robert E. Sherwoodautor del guion cinematográfico de la película.

Es una película americana con personajes ingleses y actores ingleses.

La propia imagen de Rebeca se parece más a una glamurosa estrella del Hollywood de aquella época que a una Lady británica.


ENTRADA AL DORMITORIO DE REBECA EN EL MAS PURO ESTILO TUDOR-HOLLYWOOD


La parte de Manderley donde vivía este misterioso personaje, a pesar del denso aire neogótico,  resulta tremendamente moderna.

No hay más que recordar el impresionante vestidor que recuerda al guardarropa de cualquier actriz, antes que a los alcanforados y vetustos armarios donde se guardan los tweeds y las reconfortantes lanas de las damas inglesas.




Por no hablar de las inmensas cortinas de tul, más propias del clima templado californiano, que separan el dormitorio del estereotipado bow-window de Manderley.




Pero esta historia es en definitiva un cuento y cumplió su misión de fascinar a los espectadores con el misterioso encanto de Rebeca y de su casa. Manderley.


Recordando las  palabras de nuestra  narradora, la segunda señora de Winters.

Nunca podremos volver a Manderley esto es seguro, pero algunas veces en mis sueños vuelvo allí...


De alguna manera esta misteriosa arquitectura existirá siempre  en nuestro recuerdo.





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