El proyecto desarrolla una
casa de campo de nueva planta en una zona rural. La situación de la finca, cercana
al río ya aun embalse permite que su cultivo sea de pastos, dehesa y olivar, un valle amplio, situado entre dos
montes de cierta altura alejado de las vías principales de circulación.
Supone la realización de una
casa dentro de un paraje natural de bastante calidad cercano al parque Nacional
de Cabañeros.
La orografía del terreno es una
planicie con una pendiente ligera orientada al sur situada en el centro del
valle.
La vegetación predominante está
compuesta por pastos sobre una dehesa con algunas zonas de monte.
El proyecto tiene como fin
la realización de una vivienda unifamiliar como segunda residencia para
descanso de fines de semana y para
aprovechar las actividades cinegéticas de la zona.
El programa desarrollado
corresponde a una casa amplia para una familia con tres hijos desarrollada principalmente
en planta baja con dos torreones en planta primera donde se sitúan dos
dormitorios.
La implantación del proyecto
ha seguido las pautas de la arquitectura rural tradicional manchega, un esquema
bastante sencillo que utiliza crujías simples entorno a un patio central que
sirve de apeadero y de comunicación entre las distintas estancias de la casa.
Sobre el lado sur se sitúan
las zonas de día, salón, estar, y comedor, abiertos estos tres espacios a un
porche amplio que sirve de comunicación con el campo.
Los dormitorios se sitúan al
levante en el este, y la zona de servicio en el lado oeste, compuesta por
cocina, oficio, lavadero y cuartos de servicio.
En la planta alta se ubican dos
torreones con el dormitorio principal y
un dormitorio de invitados.
Este esquema sencillo se
refuerza con una simetría bastante estricta que crea una implantación racional
y ordenada sobre el terreno.
Una premisa importante en
este proyecto fue la integración de la casa con el entorno, se ha optado por la
elección de materiales tradicionales vinculados a la zona, como el uso de
ladrillo de tejar y morteros de cal en los paramentos realizados de forma
artesanal mediante la mezcla de tierras del lugar y las cubiertas de teja árabe
de recuperación.
Ese mismo criterio se
refleja en el interior de la casa, donde se ha optado por la utilización de materiales
tradicionales.
Los forjados están realizados
mediante escuadrías y tablazón de madera.
Se complementan con solerías
de barro del lugar, puertas de madera de recuperación, pavimentos de piedra de
Valdepeñas y azulejos artesanales
Los promotores tenían preferencia
por una decoración con un ambiente atemporal homogéneo.
El edificio tiene un diseño
que recupera la arquitectura habitual de la zona, unas construcciones sobrias
donde lo superfluo y el artificio no suele prodigarse.
Las crujías cuadrangulares
de buenas proporciones se construyen entorno al patio central creando un
espacio que supone el centro de la casa y que sirve de comunicación y de uso
para todos los elementos que la componen, así quedan unidos desde la casa
principal y las cocinas a los pabellones de dormir, los corrales, las cuadras, bodega y granero.
Este esquema tradicional nos
recuerda a las haciendas romanas implantadas en España, nos habla de una forma
de vida vinculada al campo que se ha mantenido desde antiguo.
LOS PLANOS.
LA OBRA.
EL RESULTADO.
LOS INTERIORES.
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